Salud y belleza

domingo, 31 de julio de 2016

Todos mienten

La mayoría de la gente  ̶ si no es que toda ̶  cuenta, alguna vez, alguna mentira en su vida, y no falta quienes lo hacen todos los días. Aunque algunas mentiras son más graves que otras, y en algunos casos no es visto como algo muy malo. Incluso algunas mentiras son catalogadas de “piadosas” o blancas, aun cuando no deja de ser una mentira. Y los seres humanos, al parecer, somos compulsivamente mentirosos.
Una de las razones por las cuales mentimos es para conseguir determinados fines.
A menudo, cuando hacemos algo que los demás desaprueban y en consecuencia se espera un castigo, sea físico, una señal de disgusto o de rechazo, es entonces cuando negamos lo que haya que negar y, si es posible, señalamos a otros como responsables.
Mentimos para evitarnos la vergüenza. Nos imaginamos lo que otros están pensando de nosotros y suponemos una silenciosa pero penosa desaprobación. Perder la posición social nos causa vergüenza, lo suficiente como para que nos mintamos para reducir el impacto sobre nuestra estima.

Mentimos también para obtener beneficios materiales, para negociar un mejor precio, para conseguir cosas sin costo, y para obtener beneficios inmerecidos.
Buscamos obtener ventajas contando historias falsas sobre méritos deportivos, conocimientos, premios obtenidos, etc., con el fin de atraer la admiración de otras personas, sea en el aspecto romántico, en el empleo o sólo por sobresalir en el grupo de amigos.
Decimos maravillas sobre cualquier artículo que tratamos de vender, como en la venta de un automóvil o cualquier objeto usado y que está en malas condiciones.
Un niño miente diciendo que ya ha terminado su tarea con el fin de conseguir que lo lleven al cine.
Cuando pretendemos mostrar una buena imagen. Particularmente, en situaciones sociales, románticas y de trabajo, en las que necesitamos que otros piensen que somos competentes y exitosos con el fin de obtener su aprobación y las recompensas que se pueden obtener. Es bastante común, también, en las entrevistas de trabajo, donde inflar el currículum vitae es frecuente.
Una razón más socialmente aceptable, deseable, y quizá, necesaria de mentir es para ayudar a los demás, especialmente a amigos y familiares. Aunque en realidad, estemos ganando tanto o mayor beneficio para nosotros mismos.
A veces evitamos decir cosas a otras personas más por su beneficio que por la nuestra. Por ejemplo, diciendo que estamos bien cuando sabemos que si decimos la verdad, podría afectar a otra persona. Las mentiras también se utilizan a menudo para salvar el propio pellejo.
Cuidar las apariencias significa ayudar a sostener la estima de los demás y evitar la vergüenza, como cuando no decimos la toda verdad en vez de mentir abiertamente. Por ejemplo, si nos encontramos con una persona con mal aliento y evitamos señalar este problema.
Otra manera de contar mentiras es cuando ayudamos a otros a evitar problemas; por ejemplo, les damos una coartada diciendo que estaban con nosotros y no en alguna situación comprometida, aunque debemos de evitar cometer perjurio, mintiendo en la corte para salvar a nuestros amigos.
No se nace mentiroso; sin embargo, aprendemos desde muy pequeños y muy rápido sobre lo que funciona y lo que no. Se desarrolla la astucia natural y pronto se empieza a mentir con el fin de evitar castigos y para recibir recompensas.
Los primeros engaños son evidentes, como cuando un niño esconde algo detrás de la espalda, y dicen que no lo tienen. Al poco tiempo aprenden a ocultarlo en otro lugar, ponen cara de sorpresa y de ofendidos cuando sus padres se atreven a acusarlos. De hecho, cuando los niños son castigados por mentir, en lugar de hacerlo menos, a menudo sólo mejoran sus técnicas.
Otro método es la justificación como recurso para aceptar lo sucedido, pero que era la mejor opción. Cuando la culpa es difícil de evitar, los niños rápidamente inventan historias que justifican su comportamiento. Como el cuento de Pinocho, estos pueden elaborase rápidamente para cubrir sus fechorías, usando su creatividad natural para elaborar cuentos creíbles.
Siempre que tienen la posibilidad de engañar sin ser detectados, la mayoría de la gente lo hace. Esto se observa en el robo de pequeños adminículos de oficina del lugar de trabajo, pareciera que llevarse a casa una pluma no parece molestar a nadie. Lo mismo ocurre con la mentira. Las mentirillas y pequeños engaños se ven como aceptables, como sucede en muchos círculos sociales.
Como hemos podido constatar, la mentira está presente en muchos casos, justificada o no. Entonces, ¿podemos concluir que todos mentimos? Esa respuesta se las dejo a cada uno de los lectores.

Por mi parte, pienso que lo mejor es que tratemos de evitar que la mentira sea nuestro estilo de vida, lo normal. Si es usted padre, inculque valores a sus hijos y predique con el ejemplo. Enseñemos a nuestros hijos que mentir no es correcto, en lugar de castigarlos por decir mentiras. Es preferible prevenir que corregir.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario