El
trastorno de ansiedad generalizada (TAG) se presenta de muy diversas maneras.
La padecen aquellas personas que sufren intensas reacciones de preocupación,
alta activación fisiológica, inquietud o impaciencia, fácil fatigabilidad,
dificultad para concentrarse, irritabilidad, tensión muscular, alteraciones del
sueño, etc.
Las
circunstancias de la vida diaria suelen ser las áreas más comunes de
preocupación con temas tales como: la familia, los amigos, las relaciones
interpersonales en general, el dinero, el trabajo, los estudios, el manejo de
la casa, la salud propia y de otros. Las preocupaciones pueden derivarse de cuestiones
poco importantes tales como faenas domésticas, reparación del coche, llegar
tarde a un sitio o a una cita. Sin embargo, son las preocupaciones sociales las
que parecen pesar más a la hora de predecir la tendencia general a preocuparse,
en comparación con las preocupaciones físicas o económicas. En el caso de los
menores, es más difícil de reconocer en qué medida sus preocupaciones son
incontrolables. Es especialmente importante lo que puedan aportar los padres en
este tema.
Cuando
a una persona se le dictamina este tipo de trastorno, su cuadro sintomático es
similar al de otras que tienen el mismo trastorno; sin embargo, los síntomas
varían mucho entre uno y otro afectado. En lo que coinciden todos ellos es que
muestran niveles muy altos de ansiedad casi todo el tiempo. La ansiedad puede
ser provocada por interpretaciones erróneas, pensamientos anticipatorios, etc.
La ansiedad puede provocar malestar clínicamente significativo o deterioro
social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.
Arturo
Bados López, profesor de psicología de la Universidad de Barcelona nos ofrece
algunos ejemplos del TAG:
a)
Una madre preocupada de que la comida que preparaba a su bebé estuviera muy
caliente y le pudiera quemar, o si no lo oía llorar por la noche y pudiera ahogarse, y que el bebé pudiera enfermar gravemente o morir si lo descuidaba.
b)
Un periodista preocupado de no parecer inepto a la gente que entrevistaba, q que su jefe rechazara sus artículos, que los lectores
desaprobaran lo que escribía, de si sus compañeros podían estar juzgando todo
lo que hacía y si pudiera perder el empleo por cometer un error grave.
c) A un psicólogo clínico en formación le preocupaba tratar inadecuadamente
a sus pacientes, a cada llamada telefónica quizá un paciente había
recaído o se había intentado suicidar y por si su supervisor desaprobaba lo que
hacía.
d)
Una estudiante estaba preocupada porque creía no rendir lo suficiente, no estar a la altura de sus compañeros, no tener el tiempo suficiente para
prepararse, temor a no superar los exámenes y tener que abandonar la
carrera.
e)
Un paciente se preocupaba por los comentarios que hicieran los amigos de su forma de vestir, por no tener opiniones tan
fundadas como ellos y por si podían hacerlo a un lado.
f) A otro paciente le preocupaba que él o alguien de su familia cayera
gravemente enfermo, la posibilidad de quedarse sin trabajo o que su
pareja le abandonara.
Al
individuo le resulta difícil controlar este estado de constante preocupación
por sí solo. Por ello, es importante, en estos casos, recurrir a un especialista quien le
guiará en la recuperación de su salud emocional. El TAG debe diagnosticarse adecuadamente
y, así, evitar confundirle con otros síntomas de ansiedad o fobias.
Referencia: Centro Alternativa Psicológica Integral
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