“¡Mi novio me pegó una cachetada pero siento que fue por mi culpa
AYUDENME!, ¿Le pegué a mi novia y estoy arrepentido… qué hago para que me
perdone?, Mi esposo me pegó anoche y no sé qué hacer el día de hoy. Consejos
por favor... me siento muy triste”.
Este tipo de mensajes
se observan con frecuencia en la red, y en la consulta psicológica. Gente solicitando
ayuda y consejo. Aunque la mayoría son mujeres, también hay hombres, los menos,
quienes viven esta situación de violencia intrafamiliar.
El Dr. Ernesto
Lamoglia, psiquiatra, menciona que: “Cualquier
relación que cause dolor a una de las partes es destructiva, no importa cuánto
cariño pueda haber. Nadie merece ser maltratado. Una relación dolorosa es algo que nadie desea
en su vida”. Cualquier relación donde esté presente el abuso y el daño
físico o emocional es una relación enferma, anormal.
Las relaciones destructivas son más comunes
de lo que pudiéramos suponer. Cualquier persona puede ser un enfermo emocional.
Muchas de las personas que practican hoy la violencia en sus hogares, fueron
jóvenes que vivieron esta situación, y que después como adultos han replicado
el mismo patrón. Algunos de ellos proceden de familias con violencia, otros no.
Lo más peligroso de
una relación destructiva es permanecer en ella. Una persona sana debe alejarse.
Es importante reconocer el abuso sin importar de quien provenga de: familiares,
amigos, novios, compañeros o maestros e incluso en el trabajo. En una relación
destructiva, la conducta del abusador y la víctima son anormales. La relación
cada día es más peligrosa, de los insultos se pasa a los golpes en cuestión de
minutos. Ambos sujetos están enfermos y requieren ayuda profesional si desean salir
de esa relación enferma, solos difícilmente lo van a lograr. Las personas
violentas no están buscando a quien maltratar, tampoco las víctimas están
conscientes de que buscan un maltrato y, sin embargo, ambos se encuentran. Cuando
alguien depende sentimentalmente de otra persona, su vida puede convertirse en
un caos emocional, y hará lo que sea necesario para retenerla, hasta aceptar
todo tipo de vejaciones.
El abuso o maltrato físico busca causar dolor, lesionar
con o sin objetos son formas de violencia física. A veces las lesiones son
evidentes y en otras no. La violencia más dañina para un menor es el abuso
sexual. Es un crimen penado por la ley. Sea causado por el padre u otra persona
es un crimen aberrante y no debe ni puede permitirse. La pornografía, el
exhibicionismo, la prostitución infantil, ser forzado o presenciar el acto
sexual de otros, son formas de abuso sexual. Quien convence, obliga o permite a
un menor de edad a realizar cualquiera de estos actos es un delincuente que
debe ser denunciado.
El abuso emocional puede ser igual de dañino, y más
difícil de identificar, pero las heridas duelen igual, por más tiempo y dañan el
carácter, es violencia disfrazada. El desgaste psicológico es devastador. Ataca
la identidad de la persona, disminuye gradualmente su individualidad, rebaja su
autoestima, sin compasión, ni respeto.
Muchos padres abusan
emocionalmente de sus hijos, los hombres de sus esposas o viceversa, maestros
de sus alumnos, superiores de sus inferiores o un amigo del otro. El agresor lo
disfraza, una pregunta, un sarcasmo, una burla, una indirecta, una sonrisa o
una simple observación; busca herir, y trata de hacerlo en público para que hacer
más daño. Puede ser muy leve, es constante, lenta y sutil. No deja rastros
físicos. Los ataques velados son tan cotidianos que parecen normales. El
agresor intenta manipular a su víctima, hacerlo sentir culpable. Desestabiliza
a la víctima y lo somete completamente, se bloquea y no reacciona o lo hace con
miedo, lo cual exacerba la ira del abusador. Cae en un círculo vicioso de
estrés, depresión y dolor, mucho dolor.
El hogar, que debería
ser un espacio de solidaridad, apoyo mutuo y crecimiento
personal se convierte en un infierno para todos los miembros. Temen que en cualquier momento pueda producirse un episodio caótico; el miedo es constante, cotidiano. La vida de los demás gira en torno de la persona violenta, tienen miedo a hablar o hacer cosas que desate la furia del agresor. La relación es desigual, con la superioridad del agresor y la posición vulnerable de la víctima. La comunicación se vuelve difícil.
personal se convierte en un infierno para todos los miembros. Temen que en cualquier momento pueda producirse un episodio caótico; el miedo es constante, cotidiano. La vida de los demás gira en torno de la persona violenta, tienen miedo a hablar o hacer cosas que desate la furia del agresor. La relación es desigual, con la superioridad del agresor y la posición vulnerable de la víctima. La comunicación se vuelve difícil.
Se sospecha de abuso
cuando se perciben los siguientes síntomas:
1. Moretones, cortadas, quemaduras, huesos rotos.
2. Signos de depresión y patrones alternados de subidas y bajadas de peso.
3. Daños autoinfligidos, cambios en la alimentación, mencionar el suicidio.
4. Dificultad en la relación con los padres o figuras de autoridad.
5. Problemas para manejar la ira.
6. Bajas repentinas en las calificaciones
7. Alejamiento de amigos o cambio del tipo de amistades.
8. Abandono de actividades que antes disfrutaba.
9. Actitud delictiva o agresividad en la escuela.
10. Promiscuidad
11. Problemas con la autoridad, incluyendo robo y vandalismo.
12. Consumo de drogas y consumo de alcohol.
13. Conducta escapista.
Comportamientos comunes de una relación destructiva:
1.
El agresor se adjudica el derecho de controlar la
vida y conducta de su pareja
2.
La víctima renuncia a personas y actividades eran
importantes en su vida.
3.
El agresor desvaloriza las opiniones, sentimientos
y logros de su pareja.
4.
Cuando la víctima hace algo que le disgusta al
agresor, éste vocifera, manotea, amenaza o castiga con un silencio colérico.
5.
La víctima, a fin de no disgustarlo, tienta el
terreno y ensaya lo que le dirá. Vive con miedo constante.
6.
La víctima se confunde ante los bruscos cambios de
su pareja que, sin manera de preverlos, van del dulce encanto a la cólera.
7.
La víctima se siente perpleja, desorientada o fuera
de lugar frente al otro.
8.
El agresor es sumamente celoso y posesivo.
9.
El agresor culpa a su pareja de todo lo que
funciona mal en su relación.
Sabemos que las relaciones
perfectas no existen, siempre habrá diferencias que habrá que conciliar y
negociar, y a veces alguien tendrá que
ceder. El problema es cuando quien cede siempre es el mismo.
Recomendaciones:
1.
No se quede callada(o). El silencio es el principal
aliado del agresor.
2.
Eleve su autoestima y libérese de sentimientos de
culpa.
3.
Termine la relación de manera tajante y definitiva.
Aun cuando le signifique mucho dolor.
4.
Busque ayuda profesional para resolver el problema
de la dependencia, y evite otra relación de abuso y repetir el ciclo.
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