Con mucha
frecuencia, los padres y maestros se quejan de la "mala conducta" de
algunos de sus hijos o alumnos. Sin embargo, muchas de estas conductas se
originan por errores en la crianza parental, o en la manera de conducir la
clase por parte de los mentores. La conducta de los niños no surge de manera
espontánea, sino que es aprendida de los modelos que obtiene de su entorno
cercano.
Cuando se practica una crianza positiva o democrática en
la familia, se espera un niño adecuadamente integrado al tejido social
correspondiente a su cultura.
A padres y
maestros, lo que más les inquieta de los
niños es saber si esperan tener niños "normales", o si se trata de un
“niño problema”, por ello, es importante que padres y maestros puedan reconocer
algunas conductas disruptivas en el niño, para, de esa manera, poder ofrecerles
la ayuda que pudieran estar necesitando.
La llamada “mala
conducta” es aquella que presentan algunos niños que parece que “se portan mal”
todo el día. Otros, manifiestan conductas hostiles bajo ciertas condiciones
ambientales. Otros más, no muestran problemas evidentes de conducta, pero en
determinados momentos y condiciones desafían a la autoridad. No confundir las
conductas disruptivas con simples travesuras de niños debido a su naturaleza
inquieta.
Distinguir los
diferentes comportamientos de los niños es importante para establecer un
diagnóstico diferencial entre cada uno de ellos y poder determinar la probable
necesidad de tratamiento en el manejo comportamental, o bien, si sólo se trata
de su comportamiento habitual y normal. Y en este esfuerzo deben comprometerse
padres y maestros, pero especialmente, los primeros.
Se recomienda,
observar si la conducta de interés se ha manifestado por un periodo mayor a
tres meses. Esto es así porque la vida de los niños atraviesa por diferentes
etapas durante su desarrollo, y puede tratarse de algún problema transitorio
que no durará mucho tiempo.
A manera de guía,
enseguida se describen algunas de las conductas más comunes que presentan los
“niños problema”:
Agresividad.
Consiste en agresión física o verbal y reiterada a los demás, en el salón de
clases, en el patio de recreo o en reuniones familiares.
Problemas de
aprendizaje. Son manifestaciones de deficiencias en
las habilidades cognitivas propias de la edad del niño. Estos problemas pueden
tener diversas causas que debe ser evaluado por un profesional. Aunque también
puede tratarse de problemas de visión, de sordera, motor, etc.
Trastornos del
Déficit de Atención. Puede tratarse del síndrome con o sin
hiperactividad o el de atención
dispersa. Se trata de niños que son sumamente distraídos y olvidadizos, que
requieren de mucha atención y paciencia de padres y maestros. Son niños que
aprenden perfectamente si se les atiende adecuadamente, aunque con frecuencia
parecen olvidar todo, no atienden instrucciones, no captan el contenido de lo
que leen y pueden ser sumamente inquietos. Le resulta muy difícil mantener su
atención o concentrarse por mucho tiempo.
Baja autoestima.
Los niños con este trastorno son introvertidos, evitan a otras personas y
conviven poco o nada con sus compañeros, procuran pasar desapercibidos, su tono
de voz es generalmente muy bajo, hablan poco y temen a la crítica, les
avergüenza ser el foco de atención, son indecisos e inseguros.
Trastornos del
sueño. Los niños que padecen de trastornos del sueño
pueden estar presentando alteraciones neurológicas. Los padres deberán observar
que el niño duerma la cantidad adecuada de horas de acuerdo a su edad y evitar
distracciones que los mantengan despiertos durante la noche, además de observar
si el niño despierta constantemente, si camina dormido, rechina los dientes
(bruxismo), si habla o llora dormido (somniloquia) o si padece pesadillas
frecuentes.
Entre los
factores de riesgo para los problemas de conducta, se encuentran:
Entre iguales:
Las conductas agresivas en clase, el rechazo de los iguales, la asociación con
iguales desviados, la destrucción de la propiedad o vandalismo, las respuestas
ineficaces del profesorado y el clima de clase inadecuado.
En la familia:
Bajo nivel económico, actividades inadaptadas de los padres, estilo educativo
ineficaz, baja supervisión o control, alto conflicto familiar, bajo apoyo
emocional y disciplina inconsistente
Individuales:
Pobres destrezas en el manejo de conflictos-ataques de ira, pobres habilidades
sociales, acceso a armas, modelo atribucional externo, experiencias de
humillación o rechazo, patrón de amenazas /maltrato a otros, ser víctima de
abuso o negligencia (físico, emocional o sexual), relaciones pobres
/aislamiento, dificultades de aprendizaje
Es importante que, antes de etiquetar a los niños como
"problema", sean observados con cuidado y, si es necesario, acudir a la opinión
de un experto en la conducta infantil y poder saber si requiere de ayuda
psicológica o médica debido a alguno de los problemas ya mencionados en el
cuerpo del artículos u otro.
La guía de un psicólogo siempre será de gran ayuda para corregir las
conductas disruptivas que pudiera estar presentando el niño. No todo es
castigar y/o premiar.
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