Salud y belleza

miércoles, 29 de junio de 2016

Cómo evitar tener hijos tiranos o con el síndrome del emperador

Los padres son los absolutos responsables de la crianza de sus hijos, de darles buena educación y ejemplos o de criar hijos tiranos. Este síndrome también es conocido como del emperador. Esto se observa, con más frecuencia, en familias donde los padres son demasiado permisivos. Es decir, no establecen límites a las conductas de los hijos.


Este fenómeno es cada vez más común debido a que más madres de familia han incursionado en el campo laboral y no tienen quien se haga cargo, de manera responsable, de los hijos. Y en un afán de compensar la falta de atención, y cierto sentimiento de culpa, se les permite a los hijos hacer lo que deseen, cediendo constantemente y permitiendo que sean ellos quienes dirijan, conforme a sus caprichos, a la familia. 

Los niños tiranos se distinguen de los demás por ser desobedientes, descalifican, amenazan, coaccionan y chantajean a sus padres hasta el punto de intimidarlos y dominarlos. Buscan y consiguen salirse con la suya, desde la presión psicológica hasta el insulto más brutal e incluso la agresión física. Estos niños carecen de sensibilidad emocional, sienten poca responsabilidad ante el castigo y tienen dificultades para desarrollar sentimientos de culpa y ausencia de apego hacia los progenitores y otros adultos.

Las causas y factores pueden ser variadas, y empiezan desde que son pequeños. Ya mencionamos la permisividad de los padres, también aquellos padres jóvenes y poco preparados para la crianza de los hijos y que no saben establecer límites.

Los progenitores deben ejercer su rol de padres y su autoridad, cuidando de no confundir la autoridad con el autoritarismo. El autoritarismo se refiere al abuso de la autoridad, sometiendo por medio de la imposición y no de la razón.

Los niños emperadores recurren a rabietas para imponer su voluntad y siempre se salen con la suya, y la vida de los padres gira siempre en torno a él. Si se les permite hacer lo que quieren a capricho, los chantajes emocionales serán más demandantes cada vez.

Consideremos además, que hay padres hiperprotectores, que claudican durante los primeros años ante las peticiones y caprichos de sus hijos, acceden a todos sus deseos y son incapaces de verles sufrir, quizá porque alguno de los padres recuerda que durante su infancia tuvo carencias que desea evitar en sus hijos. Otro factor de riesgo es que cada uno de los progenitores tenga un estilo educativo distinto. Aunque cada miembro tenga una personalidad, deben intentar unificarla ante el niño y mantener una actitud educativa firme. Tampoco debe haber lapsus en la imposición de la disciplina.

Todos los niños hacen rabietas, el problema consiste en no caer en sus triquiñuelas para obtener el objeto de su deseo. En ocasiones, si no se les compra un juguete, hacen una rabieta y a los padres les cuesta trabajo sacarlos de la tienda, con el riesgo de que otros compradores se pongan del lado del niño, lo que compromete la autoridad de los padres. Es recomendable marcar límites desde el momento en que el niño ya es consciente de sub conducta, alrededor del año de edad.

Los hijos no se vuelven violentos de repente, esto sucede poco a poco, conforme el niño se da cuenta que está obteniendo lo que desea por la ausencia de límites. En un ambiente propicio para que se conviertan en reyes, emperadores o tiranos como prefieran llamarlos.

Cuando a los padres les resulta difícil manejar la conducta de sus pequwños emperadores, puede ser tiempo de acudir con el psicólogo. Muchos de estos niños son hijos únicos, adoptados o el más pequeño de los hermanos, ya que es el rey de la casa. 

El síndrome del emperador no es una enfermedad, es un problema de conducta que tiene remedio. Y no requiere de medicación. A veces, la terapia psicológica sólo requiere darles unas pautas de conducta a los padres, pero cuando estos hijos son más mayores y ya se han vuelto agresivos, las terapias suelen ser más largas y el problema, más serio.

Aquí les dejamos algunos consejos útiles :
1. Establecer reglas claras y explicar las razones de esas reglas.
2. Ser coherentes. Los padres deben ponerse de acuerdo y aplicar la misma disciplina para los mismos problemas de conducta.
3. No mostrar debilidad ni autoritarismo respecto a la conducta de los niños.
4. Los castigos se cumplen lo mismos que los premios.
6. Es preferible gratificar las buenas conductas que castigar las malas.
7. Respetar a los niños así como exigimos respeto de ellos.
8. Asignar responsabilidades a los hijos, acordes a su edad. 



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