Todos, en
algún momento hemos pospuesto tareas importantes por otra actividad agradable o
placentera. La procrastinación es, entonces, el hábito de postergar y dejar
para después, actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas
por otras más agradables o irrelevantes.
Existen
dos niveles de procrastinación: el eventual y el crónico. El eventual no ocurre
de manera habitual sino en alguna que otra ocasión, en tanto que el crónico sucede
de manera constante y se acompaña de justificaciones, como:
- Ya se me hizo tarde, pero todo el mundo llega
tarde. Además, esta ciudad es un caos y el transporte público es muy lento…
- Esta tarea es demasiado difícil y hoy me
siento cansado, mejor lo hago mañana y tendré energía para realizarla.
- Debo hacer ejercicio, pero empezaré mañana
porque hoy no me levanté temprano.
- Tengo que estudiar para el examen, pero como faltan
2 días aún tengo tiempo y mañana lo estudio para tener la información más
fresca.
·
Pero no
todos tendemos a desarrollar la procrastinación, el cual se trata de un
trastorno del comportamiento.
Procrastinar
es un trastorno del comportamiento que surge al posponer una acción necesaria debido
a que la percibimos aburrida, tediosa, desafiante, inquietante, peligrosa,
difícil o estresante. También puede surgir a partir de una depresión o del
trastorno por déficit de atención. Por ello, es importante la ayuda de un
psicólogo para definir su estado.
Este
problema sucede tanto en mujeres como en hombres; sin embargo, las mujeres son
más vulnerables a ésta debido a la multiplicidad de tareas que realizan entre
su vida escolar o laboral y familiar. Procrastinar impide completar tareas
urgentes e importantes, que causa:
·
Fracaso escolar.
·
Pobre
desempeño laboral.
·
Posponer y
poner en riesgo la salud.
·
Retrasar
el ahorro para su jubilación.
Por lo
general, este tipo de personas siente temor o ansiedad acerca de la importante
tarea que les espera y para evadir este sentimiento negativo, la gente
procrastina iniciando un videojuego, entrando a las redes sociales o haciendo
llamadas “importantes” u otra actividad. Esto los hace sentir mejor momentáneamente,
pero la realidad se impone y, de nuevo, se sienten mal.
También,
es probable que aparezca como consecuencia de baja autoestima, frustración,
insatisfacción, falta de estímulos, desvalorización, etc. Procrastinar
implica un gran desgaste emocional pocas veces perceptible, que puede generar
emociones como culpa, angustia, frustración o depresión.
¿Cómo
superar la procrastinación?
Necesitamos
ser conscientes de nuestra conducta, de tal forma que nos demos cuenta de que
estamos postergando demasiadas cosas y que este hábito nos está generando un
desgaste emocional. Y podemos:
- Priorizar. Nos permite
identificar el orden en que debemos llevar a cabo las actividades.
- Elaborar una lista de
tareas. Nos
permite conocer exactamente todas las actividades que necesitamos llevar a
cabo.
- Establecer tiempos. Es preciso saber
cuánto tiempo le dedicaremos a cada actividad para poder terminar nuestra
lista de tareas.
- Comprometerse a alcanzar
metas realistas. Si conocemos el tiempo que disponemos para las actividades
que necesitamos hacer, sabremos el alcance y el tiempo necesario para
alcanzar nuestras metas.
- Escribir recordatorios. Nos permite visualizar
las actividades pendientes, pero, sobre todo, recordar para qué las
queremos hacer.
- Repetir frases motivadoras. Nos anima a alcanzar
las metas y seguir adelante.
- Recompensarse. Premiarnos por
nuestros logros nos anima a continuar.
Las
verdaderas razones por las que las personas posponen no están claras. Algunos
investigadores piensan que se trata de una falla en la autorregulación y el
autocontrol. Otros afirman que puede estar vinculado a una mala gestión y
percepción del tiempo.
Superar
el hábito de posponer, puede hacer la vida más fácil y satisfactoria, además de
promover el crecimiento personal; sin embargo, es probable que, para lograrlo,
requiera de apoyo profesional.